La OCU pide extender la normativa del pan a los productos integrales

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Después de la nueva normativa española de calidad del pan, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) considera que debería ampliarse también a los demás productos hechos a base de cereales, como galletas, masas o cereales de desayuno.

De igual manera, ha pedido que la Comisión Europea defina los parámetros que cada producto debe cumplir para poder llamarse «integral».

De acuerdo a las afirmaciones de esta entidad, muchas marcas utilizan calificativos como ‘integral’ o ‘de grano entero’ «como bandera de productos en los que ni lo uno ni lo otro son la característica definitoria«. Además, asegura, «lo hacen sin necesidad de incluir un mínimo de ingredientes integrales y pese a que al grano le falta una parte importante para estar íntegro».

La OCU considera que los productos con porcentajes muy pequeños o los que abusan de la sal, el azúcar o la grasa, no deberían poder clasificarse como ‘integral‘, ya que este término tiene connotaciones saludables y enmascararía el tipo de producto del que verdaderamente se trata.

Sugiere utilizar los criterios que ya se aplican en la nueva norma de calidad del pan para servir de guía  en estos alimentos, de manera que, si un producto dice estar hecho con grano entero, todo el grano debería ser entero. Y si mezcla grano entero y refinado, el consumidor tiene que saber en qué medida exacta lo hace.

La organización pone el ejemplo de algunas galletas, snacks o cereales, que incluyen las palabras «a base de cereales», «integral» o «con grano entero» impresas en la parte frontal de los envases para dar «un aire saludable al producto», pero en realidad no lo son.

También explica que muchos productos integrales se hacen volviendo a añadir a la harina refinada el salvado o cascarilla que se separa al moler el cereal, en lugar de utilizar la harina que resulta directamente de moler el grano íntegro, más comúnmente llamado grano entero. Sin embargo, aclara que la suma de harina refinada y salvado «no equivale al grano entero».

Para eso, sería necesario añadir un tercer elemento: el germen, que se retira de la harina refinada y de los productos pseudointegrales, entre otras cosas, porque sus grasas tienden a enranciarse, lo que puede acortar la vida comercial de los alimentos en los que interviene. «Y es precisamente en este germen, donde se concentra en buena medida la singularidad nutritiva de los cereales», apunta.

La OCU considera esta diferenciación muy importante para la salud de los consumidores, ya que el grano entero tiene, según de qué cereal se trate, hasta un 75% más de nutrientes que las versiones refinadas y cada una de sus partes aporta unos beneficios particulares de los de las otras.

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